martes, 7 de junio de 2011

El festejo

De tan poco roce que tenía con el área, sólo una vez pudo convertir. La jugada fue extraña, medio sonsa. Hacía años que no pisaba la 18 rival. Esta vez lo hizo porque el enganche le dijo antes de patear el corner “ponete adelante del arquero, que le voy a pegar olímpico”. Tal cual… el 10, peticito y culón, de buen manejo  y linda zurda, lo ejecutó con potencia interesante y un efecto alucinante.  La bocha, con esa preciosa comba, hizo un trayecto casi trazado con un transportador gigante. El arquero, inocente, había dado un pasito hacía adelante con pretensiones de interrumpir el centro. Tuvo que retroceder de urgencia, la pelota se le clavaba. Como pudo metió el manotazo. Y él, muy afortunado, casí un maniquí, una herramienta de un creativo, recibió el impacto y la bocha salpicó el arco. Algunos rivales pidieron mano. Pero le había rebotado en lo bajo de las costillas. Lo que llamamos gol de carambola. De ahí en más, no supo qué hacer. Nunca se había imaginado convertir y, por eso, mucho menos, se imaginó una forma de festejarlo. Miró al 9 con desesperación, como pidiendo ayuda (“¿Y ahora qué hago?” dijo su cara). El 9 le dijo sonriente “soltate, liberate, lo que te salga”. Allí comenzó todo. Se beso la camiseta, el escudo, se la sacó, la reboleó por el aire, corrió hacia el banderín haciendo el avioncito como el “Pascualito” Rambert, lo uso como si fuera escopeta y disparó contra sus compañeros, pegó un gran salto revoleando el puño como el Diego. Cuando hizo pie, buscó su casaca y se la volvió a poner. Llegaron sus compañeros a abrazarlo, primero jugó a la mancha, después se tiró al piso para que todos lo aplasten. Luego se beso el dedo aunque no tenía anillo, menos esposa. Menos hijos, pero igual festejó como Bebeto. Agarró la pelota y se la colocó debajo  haciendo el embarazado, hizo el chupete. El topo yiyo, bailó samba, también una cumbia. Lo amonestaron por sacarse la camiseta, la roja fue por el tiempo gastado. Su nivel futbolístico, que nunca fue bueno, fue decayendo. A veces no lo dejaban ni en el banco. Pero, eso sí, siempre pensaba cómo festejar.



Dicen que se rajó para Suiza, a manifestarse contra la FIFA. Las amarillas lo censuraban.

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