miércoles, 15 de febrero de 2012

Su fútbol

El pibito volvía con la camiseta al hombro, frente transpirada, todavía excitado por la pimienta del partido.

Picó el fútbol un par de veces, se lo calzó bajo el sobaco. Un gajo de cuerina desprendida le raspó el cuerpo.

Se pasó saliva por el raspón. Miró la pelota de igual forma que un manager mira a su boxeador: Una esperanza iba en su sangre. Ya dos de los últimos tres gajos se estaban exiliando.

La siguió picando. Le costó aceptar que su fútbol se estaba jubilando, que había perdido peso,  que ya pasaban a encasillarlo entre el resto de los “globos”.

Pero eso sí, el pibito no se entregó del todo a la amargura. Ahí nomás, mientras picaba la pelota gastada, supo qué pediría para la próxima navidad.



1 comentario:

  1. Buenísimo primo!!! El pibito para mi es Pedrito...

    macucas

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