domingo, 5 de febrero de 2012

Al señor Gordo

Aquí le escribo señor Gordo.
Dueño de la fundación de arriba.
¿Qué no piensa usted aterrizar?
Bah! Qué fundación ni fundación.
Usted está lucrando con la academia de danzas, señor.
Aquí le escribo señor Gordo.
Ricachón y mentiroso.
Para contarle que lo tengo atragantado.
Que me está sucediendo como a Cortázar
En la Carta a una señorita en París.
Pero lo mío… no son conejos
Ojalá lo fueran, así tan pomposos.
¡Estoy vomitando bailarines de reggetón!
Los expulso desde adentro
Y ellos salen, así, tan histéricos
Me zapatean la cabeza.
Y me destrozan la paz.
Vomito a los profesores también, no lo puedo controlar.
Vomito a su hija, “la profe”
Que se puso un buen negocio camuflado de fundación.
Aquí le escribo señor Gordo, irrespetuoso, ilegal
Para contarle de mis nauseas
Y que estoy acumulando bailarines
Los agarro de las orejas
Los encierro en la biblioteca,
Los alimento y los tranquilizo con sedantes
Para que tengan energías
Para el día en que usted, señor Gordo,  se digne a aterrizar
Para el día en que yo –encantado- pueda ponerlos en su cabeza
“Bailarines: ¡a perrear!”
Aquí le escribo señor Gordo
Para contarle que no puedo parar de vomitar
Aunque hay algo que no puedo expulsar:
Es a usted, señor Gordo, que lo tengo atragantado.


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