El 15 de Mayo de 2002 se jugaba en el (colmadísimo) estadio de la ciudad de Glasgow, Escocia, la final de la Champions League entre Real Madrid (España) y Bayern Leverkusen (Alemania). Dos goles tempraneros, uno para cada equipo, parecían llevarse ese importante partido derechito a los penales. Pero en la cancha estaba el delicioso francés Zinedine Zidane. Minuto 44 del segundo tiempo, Roberto Carlos (¡Mierda!¡Qué pedazo de lateral) se la deja a Solari y pica hasta el fondo; el “indiecito” se la mete por arriba con una precisión desopilante y Roberto Carlos –comiendose en el pique al lateral derecho germano- llega como una luz para meter el centro atrás. Más que centro fue un pase bombucha, una pelota lenta que hizo un trayecto de arcoíris hasta caer en la zurda de Zidane. El galo la engatilló de una manera tan hermosa como indescriptible, y la clavó al ángulo derecho del arquero que voló espectacularmente, casi contribuyendo con la belleza del gol.
El 21 de Enero de 2008, en la final del torneo de verano de la Liga Avellaneda disputada en la cancha de Lamarque entre dos clásicos rivales, Sportsman Club (Choele Choel) vs. Deportivo Beltrán (Luis Beltrán), pasó algo parecido.
Veintitrés minutos del segundo tiempo, el partido iba 1 a 1, corner para Sportsman. Ejecuta el zurdo Laurín desde la izquierda. El 4 de Beltrán, que se ve que nunca había oído de esa clásica ley del fútbol (que a mi me la enseñó el Trucha Ferreyra ¡a los 9 años!), esa que dice “Para el medio nunca”, la despejó de cabeza justo para la medialuna. La pelota salió bombeada, y el negro Crespo que esperaba el rebote se relamía –a la vez que se perfilaba- esperando que caiga la bocha. Le quedó tan justa para una volea como la de Zidane que ni bien el negrito impactó la pelota me apresuré a gritar el gol. Me apresuré, sí. La pelota salió de la cancha ¡El negro la tiro a la mierda!.
Pero eso sí, todo tiene una explicación (y no es la diferencia de calidad entre el negro Crespo y Zidane):
Cuando la pelota estaba a centímetros del pie de Crespo, casi al mismo tiempo en que yo me apuraba en el festejo, el “Pomona”, rústico 6 beltranense, gritó en pleno desarrollo del juego (¡sí, el Pomona estaba jugando!) la palabra mágica "¡quiricocho!". Juro que lo escuché.
Jajaja grande Negro!! Perdón por el vidrio hoy ja.
ResponderEliminarSiempre acotando gracia a tus anécdotas y comentarios. Muy buena Agu, abrazo grande
David
Quiricocho!!! jajaj ya la voy a probar en cancha. Que pedazo de gol no?
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