¡Qué culiao este Nancucheo! ¡Cómo le gustaba llamar la atención!
Siempre me acuerdo con mueca jubilosa de aquella vez en Las Grutas.
Pleno Enero a las 4 de la tarde, y la marea estaba bien alta. Hasta el tujes de gente entre la cuarta y la quinta bajada, había que ser flexible para conseguir un poquito de playa.
Él fue más vivo que nosotros que tan sólo pensábamos, con gafas modernas y resaca adolescente, en regocijar la vista con cuerpos esculturales. Claro, había tanta humanidad que a gatas podíamos mover la bolita del ojo de izquierda a derecha. Y al ser tanta la gente, a ninguna belleza (ni por más hedonista que sea) se le ocurriría sacar a pasear su arte. Por eso digo que Nancucheo fue más vivo. Él, como los niños, encontró su felicidad en el mar. Y desde allá veía airoso a la multitud apelmazada.
Luego de estampillarse varias veces sobre un oleaje interesante, se sintió muy sólo. Miró a su alrededor, y en el agua había sólo niños. A lo sumo un viejo con su hijo, pero nadie de su edad.
Ese fue el momento en que afinó la mira telescópica hasta encontrar la sombrilla verde, amarilla y fucsia que nos albergaba. Instante preciso en el que escuchamos un grito: “¡Muchachooóss!”. Por supuesto que era Nancucheo. Nosotros levantamos la bolita ocular hasta concretar con su figura. Y él, que como ya dije, era de llamar la atención, comenzó a darnos un show de ridículas formas para imprimirse contra las olas. Nosotros vimos tres o cuatro, le festejamos un poco, que se yo. Pero ahí nomás, continuamos engordando la testosterona. Con todo el esfuerzo óptico que eso implicaba...
En esos instantes, no nos percatamos de la soledad que estaba invadiendo a Nancucheo. Y cinco minutos después, volvimos a escuchar: “¡Muchaaachooooósss!”. Alargó más el grito.
Esta vez, con al agua a la altura de las tetillas, nos demostraba su nueva obra. A los saltos revoleaba su malla, cual poncho de la cantante Soledad, mientras gritaba “¡vaaaamos loco vaaaamos!”
Esta vez, no lo agasajamos. Nuestra reacción de amigos fue sincronizada. Nos sacamos las gafas, y con una mirada tremendamente censuradora le dijimos “no te desubiques Nancucheo”.
En fin, continuamos ejercitando la vista de izquierda a derecha, como si tuviéramos un libro transparente. Nuestra cabeza igual se balanceaba lentamente realizando un gesto típico de rechazo a la situación. Nuestros adentros manifestaban: “que chabón este Nancucheo…”.
Pero fuimos egoístas. Porque sólo pensábamos en nuestra careta. No nos dimos cuenta que él (que era una persona que vivía para el mundo, para que todos vean su alegría) se sentía sólo. Y nuestra indiferencia, a tan sólo 15 metros de distancia, fue tan fuerte que tan sólo un minuto después Nancucheo volvió a gritar “¡Muchaaaaaachooooooooooóssss! “. Y sí que lo hizo fuerte.
Ante tremenda masividad, esperando con vergüenza el impacto, levantamos la mirada. Y ahí estaba él, de nuevo con el agua hasta las tetillas y saltando. Pero esta vez, tenía dos ponchos. El pibe, mientras gritaba “¡Vaaaamos loco vaaaamos!”, revoleaba con la derecha la malla y con la izquierda… sí… ¡el calzoncillo!
…
¡Qué culiao este Nancucheo! ¡Cómo le gustaba llamar la atención!
Creo que esa vez Nancucheo estalló de soledad, y no le importó pasparse las bolas. Logró su record de histrionismo. Nosotros lo odiamos por un rato, viste. Pero a la noche ya le prestamos crema.
Espectacular el arte de este blog! pero mirá esas sombrillas che!!! fua! lúlu
ResponderEliminarjajaj viste Lúlu? me re jugué con el paint. Le dediqué 20 minutos a cada ilustración... casi me muero! tenfría que buscar a alguien que estudie bellas artes para que ilustre...je
ResponderEliminarjajajaj buenisimo che! como me cague de risa con este! Vas a tener que subirte otros eh...
ResponderEliminarY del arte del blog ni hablar, nunca pense que el Paint diera para tanto...
Abrazo agu ya nomas me anoto!
terriblee amigooo..ese nancucheoo fui yo?esas cosas hacia yo en las grutas??q piola chavon....abrazo aguuuu sos un capooo"!!
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