sábado, 23 de julio de 2011

Estrellé

Me pasó algo loco. Siempre que veía esas cosas raras, las sentía totalmente ajenas. Pensaba que sólo las vivía la gente rara, tan rara, como las propias cosas que les sucedían.
De todos modos, si hablamos de creer, yo les creía a todos. Al pibe que se le apareció un ovni; a mi amigo, el que charla con espíritus; y a la señora esa que caminando por la arboleda vio dos duendes asustados. Mi abuelo el  marinero, donjuán del océano, siempre me dejó dudando… ¿tendré algún primo sirena nadando por el Atlántico?
Yo les creo, no veo porqué tienen que mentir. Y en todo caso, si llegan a engañar, los apaño, porque le dan otro color a lo cotidiano. Por eso, casi siempre me quedo absolutamente convencido en la veracidad de los relatos, y si no… actúo de tipo crédulo.
A decir verdad, les creo menos a esos airosos sementales que se jactan de haber realizado grandes actos sexuales. Descreo de los políticos en campaña. Directamente me río de los curas y de los diarios de grandes tiradas.
Nunca pensé que yo podía ser de esos que vivían algo anormal. Por eso, el día que me pasó esta cosa mágica (mágica para el mundo, pero real para mí) me sorprendí. “Este no soy yo”, pensé.
Si me creen o no me creen me da igual. Pues, más allá de la creencia o no creencia, nadie podrá vivir lo que yo. Con mi alma hago fuerzas para que todos puedan vivir algo similar.


Estaba parado en el patio de mi casa, al lado del farol que estaba apagado. Mirando hacia arriba, como si la gravedad quisiera conquistar mi nuca, trataba de encontrar una estrella que me gusta. No sé ni cómo se llama, creo que no es de las más conocidas. Por eso debe ser que me gusta. Pasa desapercibida entre todas las otras, pero si uno la aísla, recorta el cielo, y trata de notarla en su soledad, realmente siente por dentro el placer de lo bello. Lo cierto es que no la encontraba.
No me di cuenta pero, aparentemente, el gran esfuerzo visual que estaba realizando para localizarla en realidad fue de todo mi cuerpo. Mis músculos, inclusive algunos que ni sabía que existían, se tensaron de una forma muy poco ordinaria. El organismo entero me transpiraba con entusiasmo, sobre todo la frente. El cosquilleo comenzó en los pies, se fue haciendo más intenso y gradualmente fue subiendo por mis piernas, hasta usurparme por completo. Mi cuerpo ya era ajeno a mí. Mis brazos, aunque tiesos, estaban colgando como siempre. Lo raro, fue en las manos. Rígidas, comenzaron a abrirse hasta más no poder. Quizás por mi panza poco atlética nunca había sospechado del poder de mi abdomen. La energía se concentró en él. Sacando una fuerza con mi cuerpo que en realidad venía de otro lado, de alguna cosa rara, superior, comencé a sentir lo mismo que en aquel recurrente sueño. Ese sueño que muchos conocidos también han tenido, salvado las diferencias contextuales… Mis pies despegaron del suelo ¡estaba flotando en el aire! Al ras del suelo, pero en el aire. Me quedé suspendido unos segundos, como tratando de agarrar un extraño equilibrio. Y una vez que sentí que me podía quedar suspendido cuanto yo quisiera, me le comencé a atrever a las alturas. Y al movimiento también. Primero recorrí lo largo y lo ancho de mi patio, siendo precavido, sin alejarme tanto del suelo. En ese principio, mis pies nunca estuvieron a más altura que la del farol. Era como que ensayaba, estaba practicando esa especial manera de moverme. Me cuesta admitir que realmente estaba volando.
Asombrosa, como el vuelo mismo, fue mi luz. Mi luz y mi brillo. Nunca había visto a nadie  tan radiante, y me sorprendía de saber -y sentir- que era yo quien tanto resplandecía. Me hice como de fuego, tibio y azulado. Me sentí capaz de iluminar varios planetas. Amo del espacio. Un poco luz voladora, un poco vuelo refulgente, ambas cosas. Decidí subir hasta mi estrella.
Fui reconociendo la vecindad de mi estrella. Eran otras tan lindas como ella. Abrazaban por dentro. Pero no encontraba la mía, la que siempre buscaba.
Guiándome por sus vecinas, en una abstracción cardinal sobre el espacio, me ubiqué perfectamente en lo que debía ser su lugar. Asombrosamente estaba vacío.
Un millón de incógnitas enredaron mi pensamiento. Y de a poquito comencé a desatar los nudos de mi perplejidad. Cuando liberé cada una de las ataduras, por fin descubrí lo que en realidad era simple: Mi estrella me había cedido su lugar. O, tal vez... me convertí en mi estrella.

De Rod Ramone http://www.flickr.com/photos/rodriboy/


Me estrellé
Por una noche
Fui estrella
Mi estrella.
Me cedió su lugar
La vista más perfecta
El mundo objeto
En perspectiva única
Y yo sujeto
En perspectiva única
Lo maravilloso del mundo
Y la tristeza infinita
La injusticia
El equilibrio natural
La gran mentira
Es cultural
Un retorno cansador
El cuerpo casi vencido
Estrellé
En sentido literal
Unos jóvenes
Pocos
Utópicos
Vinieron a asistirme
Aunque sentí
Tal vez soñé
Que eran millones.

9 comentarios:

  1. Qué preciosura!!! me encantó Agu!! qué ocurrente que sos be! seguí sorprendiendome!
    la lulu

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  2. Muy lindo como siempre Agu!!! Muchos besos. Alfo

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  3. mi amigo, me emociona como expresas tus sentimientos,creo que en choele es el mejor lugar, se ven bien las estrellas.
    fran

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  4. me quede como cuando miro el cielo estrellado mas bello... sin palabras... muy genial!

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  5. Bello bello! se nota tanto que sos vos el que escribe, esa ternura tan tuya. Te quiero mucho pagu!
    Coqui.

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  6. Muy poético beibi. Me gustan tus exploraciones que van despejando los senderos de la escritura, de tu escritura. Avanti morocho.

    Papi Blackpower

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  7. Vos sos una estrella de las que brilla siempre con luz propia,tan fácil reconocerla entre las demás,tan necesaria para los que te queremos,
    te garantizamos asistencia pero ¡no te estrelles,hijo!

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  8. Agus:

    Sos un fenómeno, después te mando unas cosa que escribí.

    Saludos

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